Repitan conmigo: fumar perjudica seriamente la salud


Alfonso Mateo-Sagasta: Mala hoja. Editorial Reino de Cordelia. Páginas: 176. Rústica con sobrecubierta de Miguel Navia. Papel suavecito pero satinado, no recomendable para liar cigarrillos. ISBN-13: 978-8416968275. Precio: 16,95 €

Antes, que nada, sepan que odio a este autor desde que leí La oposición. Es un odio profundo, espeso cual melaza de ingenio azucarero, Ardiente como el palo de cedro con el que los entendidos encienden los habanos. Negro y rojo, como la espalda de cualquier negro bocabajo. Gris rencor, como el acumulado durante siglos entre historiadores y arqueólogos. Azul profundo, helado, como los ojos de las mulatas especialmente diseñadas por los negreros de crianza. Mi rencor, mi inquina, sólo ha podido aumentar con la lectura de su nueva novela. Redondeada, que no redonda. Histórica, que no complaciente. Negra, pero (algo) demasiado literaria. Imposible evitar el juego de palabras. Pero su contenido es negro, y no policíaco. Además, el autor lo avisa en la página 12: en la realidad siempre acaba ganando la muerte.

Lleve uno quince años sin fumar, para esto.

Comienza en un restaurante con un militar, dice. Con uniforme de rayadillo. Con detalles de unidades y armas, carabinas Minié y tercerolas Remington, el segundo de voluntarios de La Habana y los Chapelgorris de Guamutas. Uno se frota las manos, aun metafóricamente, esperando una narración al menos competente sobre las guerras de Cuba. Y eso que sale Zorrilla, Eça de Queirós y Gertrudis Gómez de Avellaneda... pero nada. El inicio militar no es más que un cebo, un dulce mosquito con el que atraer nuestro hocico hacia el anzuelo de su historia. Narrador taimado y meloso, con notas a pie de página y todo, nos engancha en su aparejo para llevarnos a recorrer esa Cuba de la segunda mitad del siglo XIX, esos negocios tan decimonónicos y, aún así, tan actuales, antes de que se inventase de verdad el capitalismo. Cuando había que importar negros, indios o irlandeses, chinos o gallegos, y se inventase eso tan hispano que es el campo de concentración. Que no fue en Cuba, señalo, sino en el cercano Yucatán del general Santa Ana, una península apenas mencionada, pero que se adivina tan mágica y poderosa como en los cuentos de Tiptree de Quintana Roo.

Porque la Cuba que nos ofrece Mateo-Sagasta no es la mágica del cadomblé y el Ogún, De Osain y Changó. No es un trasunto de Alejo Carpentier, pasado por las manos de las mejores torcedoras isleñas. Es la pesadilla europea de las plantaciones con carabalíes y yorubas, criollos y bozales. Al mismo tiempo una crónica negra y una novela romántica a lo siglo XXI. La historia de un amor vivo y perdido, del ron contra el cigarro, el azúcar contra el tabaco, el gallero contra el meacirios.

En esta novela no está toda Cuba. Se adivina cierta tijera, o ciertas ganas de dejar algo para la imaginación del lector. Sobran quitrines y volantas, faltan gallos de pelea y una explicación sobre los cojones de don Pascual, si no es mucha molestia. Aunque puede que ambas ausencias se complementan, o deben complementarse, en la imaginación del espectador de este diálogo, cercano (Spoiler) al relato de El afrancesado de Pedro Antonio de Alarcón. Y como la de Alarcón, y como La oposición, una pequeña obra maestra.

Segundo Spoiler: Pese a lo que aprendimos en las películas de 007, en el siglo XXI los malos no aman a los gatos.

La verdad, la intriga, el misterio es lo de menos. Voy a leerla otra vez. 

Y más malabares, realmente inéditos en su día

Segunda tanda de liquidaciones de Bibliostock de libros militares para aficionados al ruido y al jolgorio en forma de balas y petardos.


De nuevo a la venta ejemplares de La marcha de la muerte, aunque en edición bolsillo. Buen sabor de boca deja esta crónica sobre la retirada de Moore, un antecesor de Wellington poco afortunado. Transcurre por la exótica "ruta de la plata" de Extremadura a Galicia pasando por León. Pueden leer aquí la reseña que le hice en su día, y de la que me reafirmo. 

Del resto de libros que componen esta segunda tanda de saldos no llegué a reseñar más, si bien me había leído unos cuantos. Norte contra Sur, de Jesús Hernandez, por ejemplo, ha sido hasta la reciente publicación por Turner de Secesión de Keegan, la única historia de la guerra civil estadounidense disponible en castellano. 

La ventaja de su libro respecto a los traducidos es evidente desde las primeras páginas ¿Cuántos autores anglosajones recordarían siquiera los orígenes menorquines de Farragut, o prestarían atención a los españoles que participaron en esta guerra? Lo he vuelto a ojear, y me sigue pareciendo un muy buen libro, para nada envejecido.
No se puede decir lo mismo de este librito de autor francés sobre la ¿segunda? intifada, denominado La guerra fallida de Israel contra Hezbolá. Ya en su día rechinaba un poco. Cumple, con no demasiada solvencia, la labor de defender a Israel en este conflicto. A su favor, que es muy breve. Sólo para los muy completistas del enfrentamiento árabe-israelí.



Más enjundia muestra Herzog en su narración de La guerra del Yom Kippur. En su día me pareció demasiado centrado en las operaciones terrestres, teniendo en cuenta que el icono de este conflicto son las operaciones aéreas, con Phantoms y Mirages destruyendo Migs. Con los años me doy cuenta de que era un prejuicio mío, ahora soy mucho más  consciente del valor de la infantería. De nada sirve la guerra aérea en una guerra convencional si no existen unas tropas en tierra que puedan aprovecharla, como se ha visto recientemente en Siria e Irak. Recomendable. 


Publicado gracias a su adaptación cinematográfica, Indigènes, cuyo título internacional intentaba recordar  a Glory / Tiempos de gloriaDías de gloria recuerda un hecho poco halagador para nuestro vecino del norte, que la mayoría de "franceses libres" que combatieron contra Alemania de 1940 a 1944 fueron norteafricanos musulmanes, con oficiales franceses y pieds-noirs

Y eso es todo, de momento. 

Inéditos Malabares. Retorno a nuestro Suribachi.

Dado el carácter acomercial de este blog, no pongo enlace; no creo que haga falta, ni que los señores de Bibliostock me lo agradezcan con prebendas o jamones. Pero acaban de revolver entre sus almacenes y llevan a primera fila una buena cantidad de títulos de las extintas editoriales Inédita y Malabar, varios reseñados aquí, en este su blog favorito.

La primera recomendación impepinable: las memorias de Manstein. Como toda autobiografía, miente más que escribe, pero su visión ha marcado la historia de Alemania durante los 50 años siguientes. Y además escribe bien, y dicen que la traducción (de 1956) le hace justicia. Sigue siendo una obra imprescindible para cualquier aficionado a la SGM.


La segunda es... "Barbarroja" de Glantz, imaginativamente retitulado por el editor español. Antes de Stalingrado. Hay que advertir de que se trata de un "Glantz menor", escrito para una colección de divulgación, que parecía querer retomar la senda de los Ballantine de los 70. Glantz ahora está de moda, gracias a la fiebre despertoférrica. Si no os atrevéis con Bergström,  éste es vuestro título.

Seguramente el editor no quiso repetir título con Glantz cuando hacía poco había publicado Operación Barbarroja, creo que el segundo libro de Lozano, aunque el primero en publicarse. Un trabajo encomiable y que ha envejecido bastante bien, mejor que su visión de la batalla de Kursk, superada por posteriores descubrimientos en los archivos soviéticos.

Aquí está la reseña que le hice. Y sigue siendo una lectura recomendable, muy adecuada y adaptada para lectores españoles.

Todavía quedan ejemplares de la edición en bolsillo de otro título reseñado aquí  Los últimos nazis. El movimiento de resistencia alemán 1944-47, que yo recuerde el único estudio traducido al castellano sobre este tema, bastante interesante y desmitificador.

Otro título muy, muy recomendable, varias veces reeditado en español pero siempre con una pésima mercadotecnia: Batallas decisivas de la segunda guerra mundial. 
El señor de la portada no tiene nada que ver. Este libro recoge una serie de escritos de grandes generales alemanes, que cuentan literalmente "sus batallitas", Evidentemente, si queremos conocer en detalle el desarrollo de la batalla de las Ardenas no podemos quedarnos con lo que dice aquí von Manteuffel, pero sin duda lo que cuenta él y el resto de autores de este libro es muy, muy interesante.  

Y qué decir de una de mis batallas favoritas, la de Iwo Jima, título reseñado aquí.

Pacific Alamo. La batalla por la isla de Wake será muy raro que vuelva a reeditarse; estudio minucioso de la más original batalla del Pacífico, en la que son los japoneses quienes desembarcan, y los estadounidenses los que resisten en la islita. También tuvo su reseña. 

Igualmente reseñada en este su blog favorito,  debería estar El puente Pegasus. Aún recuerdo el cuelgue del navegador que impidió que compartiera con el resto del universo mi (buena) opinión de este libro.  


¡Y qué decir de Un puente lejano! un clásico de la literatura bélica. Aunque sus tesis han quedado superadas por nuevos estudios históricos, la narrativa de Ryan no ha pasado ni mucho menos de moda; ya quisieran muchos autores vivos llegarle al talón de sus botas de paraca:

Después de tanta recomendación de testimonios alemanes y de escritores anglosajones, qué menos que visitar otros puntos de vista: las memorias de Rokossovski el deber de un soldado siguen siendo pero que muy legibles, dentro de ese género tan sufrido que son las autobiografías, y más aún las soviéticas escritas antes de 1989. La narración comienza cuando llaman al futuro mariscal para que se reincorpore al ejército, ante la agresión alemana; lo que no cuenta Rokossovski es que entonces estaba en el Gulag, donde había perdido todos los dientes. 

Igualmente recomendables son las memorias de Anders, Sin capítulo final, también muy de guerra fría. Pocos tiros, mucha autobiografía, es el menos militar de los libros que he destacado aquí, aunque resultan muy interesantes, por ejemplo, episodios tan poco conocidos como su participación en la campaña de 1939. Recomiendo acompañar su lectura con la de la novela Las golondrinas de Montecassino” de Helena Janeczek, aunque no esté de saldo.


Y eso es todo, amigos, que dirían en Looney Tunes. No, no recomiendo a Guy Sajer, de dudosa historicidad, o los libros del impostor Paul Carell, en realidad el SS-Obersturmbannführer Paul Karl Schmidt, Pressechef del ministerio de Exteriores de Ribbentrop. No porque sean buenos impostores o malos escritores, sino porque no los he leído. 



La espada y la palabra. Vida de Valle-Inclán

Manuel Alberca: La espada y la palabra. Vida de Valle-Inclán  Tusquets Editores: Colección Tiempo de Memoria. Número de páginas: 776.  Barcelona 2015. Encuadernación: tapa blandísima, eso sí, con solapas, y con el lomo bien pegado.
ISBN: 9788490660720.

Siguiendo las corrientes de moda del pensamiento actual, tenemos nueva biografía desmitificadora de otra de las grandes figuras del pasado. Después de la de Gregorio Morán sobre Ortega, de que González Cuevas consiguiera que nos diera pena el inaguantable Maeztu, o de que Gil Bera destrozase la imagen de ancianito entrañable de Baroja, ahora le toca a Valle-Inclán, posiblemente más famoso y a la vez menos leído (sobre todo actualmente) que todos los anteriores.

Una buena biografía debería ser, ante todo, una herramienta para comprender mejor las acciones del biografiado que de verdad importan; en el caso de escritores, su obra. Este propósito Alberca lo cumple apenas. En contraste con las biografías de Lorca de Gibson, la de Borges de Williamson o la de Kafka de Hayman, la obra de Valle-Inclán se asoma poco entre las páginas de Alberca, sólo lo imprescindible. Consuelémonos señalando que, de todas formas, el elemento autobiográfico tiene poca importancia para Valle. Alberca, como Bera con Baroja, pero con menos saña, se esfuerza en desmontar la leyenda de su vida, esa imagen creada con tanto mimo por el autor y sus contemporáneos acerca de la pobreza y la bohemia del Madrid literario de principio de siglo. El demoledor Alberca nos revela, inmisericorde, que todo era una pose. Inclán era un señorito de provincias, al que nunca faltó no ya lo suficiente para vivir, sino para vivir bien, y casi desde el principio mantuvo en Madrid un criado a su servicio, Paralelamente a su carrera literaria tuvo una de empresario teatral y de editor de sus propias obras en la que no le fue tan mal, aunque no tanto como le habría gustado. Famoso casi antes de publicar nada gracias a su vestimenta y sus extravagancias capilares, Valle siempre ha sido más famoso que leído. Ni las ventas de sus libros ni las entradas de sus obras colmaron nunca sus expectativas, y en ocasiones ofreció en remate los últimos ejemplares de sus primeras ediciones, que ahora valen potosí y medio. Pese a que su carlismo era mucho más que una pose, recibió tanto de la monarquía alfonsina como de la república todo tipo de momios y carguetes, que le permitieron vivir quizá no con la displicencia de un marqués, pero sí con la holgura de un notario. En cuanto a su dimensión amorosa, Alberca prefiere considerar injustificados los celos de su mujer antes que meterse en berenjenales difíciles de dilucidar. Las cuentas con las librerías, con los teatros, los contratos de alquiler y de compra dejan rastros documentales,  Las posibles infidelidades de Valle, o las justificaciones de las excesivas suspicacias de doña Josefina no lo han hecho.


Ramón José Simón Valle Peña a los 28 años, en 1894.
Del libro de Dianella Gambini La Sonata de Primavera  de Valle-Inclán

¿Por qué leemos biografías de escritores? ¿Por qué no nos basta con sus obras? ¿A qué ese afán en meternos en su vida privada? La respuesta a ese enigma supongo que se encuentra en las cifras de audiencia de Tele5. Como animales sociales tenemos la necesidad de agruparnos y separarnos, para tirarnos besos o coprolitos. Todos conocemos a quien no lee a Borges por alguna anécdota antipática, o porque le cae mal María Kodama. O a García Márquez  o a Vargas Llosa por sus ideas políticas. O por su actual pareja. Para un prócer que no se lía con una jovencita...

Vallle-Inclan en 1911. Wikimedia Commons.

Lo cierto es que la belleza de las Sonatas no estriba en que sea cierto o impostado lo que cuentan, y la grandeza de Max Estrella no reside en su contraste con el Sawa auténtico, o con la billetera de Valle. Nos escandalizamos por el rechazo de los respetables burgueses a Rimbaud o Verlaine, por el juicio por inmoralidad al Ulises de Joyce, pero ¿quién lee o representa hoy a Alfonso Sastre, o se toma en serio a Arrabal? 

La biografía de Baroja por Gil Bera fue ampliamente rechazada y ninguneada por los barojianos de pro. (Sí, la compré de saldo). Esta de Valle, menos desmitificadora, parece que sí es aceptada, aunque no demasiado, por los admiradores del manco gallego, quizás porque es muy semejante a la que ha escrito Joaquín Valle-Inclan, nieto del escritor, que parece que llega a las mismas conclusiones. Lo cierto es que no  hace falta ninguna de las dos para seguir disfrutando de su obra. Esta reseña, por cierto, me pilla a medias de la lectura de Las máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada, un autor cuya imagen pública siempre me había provocado rechazo, y ante cuya obra no puedo por menos que quitarme el sombrero y realizar una amplia reverencia.

Valle-Inclán se merece algo más que esta o cien nuevas biografías. Se merece que volvamos a leer sus Sonatas, en una nueva edición exquisita e ilustrada, o que nos olvidemos por unos instantes de los vídeos de gatitos y recordemos que muchas de sus obras están a nuestra disposición en internet,  y que podemos ver, por ejemplo, su trilogía militar-esperpéntica Martes de Carnavalgrabada en 2009,  con un simple golpe de clic.

A la sombra del convoy

Guión de Toussaint, dibujo de Beroy: A la Sombra del Convoy. Tamaño: 23,5 x 31 Páginas: 96,  Color Encuadernación, Cartoné del bueno. ISBN: 978-84-679-2605-7 PVP: 22,00 €

Esta es una historia belga. Quizás por ello poco conocida fuera de este país. E incluso allí cada vez menos, pues las comunidades valona y flamenca mantienen visiones contrapuestas sobre la segunda guerra mundial, y en ninguna de las dos ajustan del todo estos hechos.

De todas formas, la historia del convoy número 20 lo cuenta mucho mejor esta página dedicada a los hechos,  o la misma wikipedia. Es el único ataque a un tren de deportados hacia Auschwitz realizado por la resistencia de un país occidental: los perpetradores, tres jóvenes de una minúscula organización de la resistencia (CDJ). Equipados con una pistola, una lámpara y papel rojo para simular una luz de emergencia, pararon en medio de la noche un tren con 1631 judíos con destino a Auschwitz, custodiados por una compañía de la  OrPo (policía militarizada alemana), unos 50 hombres armados con fusiles.  

La historia de Toussaint, dibujada por Beroy, parte más o menos de los hechos reales para relatar una impactante historia de las relacciones más bien complicadas, entre los que asaltan el convoy, los que lo custodian, y quienes van encerrados en los vagones de ganado. No llega al nivel, digamos, de Memento, pero sí es algo complicadilla, pues abarca cuatro líneas temporales y una docena de personajes (tres principales). 


Sigo a Beroy desde sus épicos inicios en las revistas de Tountain, en glorioso blanco y negro, y a primera vista no me parecía que fuera el más indicado para un tebeo de estas características, pero he de decir que realiza adecuadamente su labor, e incluso se cuida de dibujar el emblema de la OrPo en los cascos alemanes, o unos Typhoons que podría firmar Hugault.

Aparte del prólogo de uno de los supervivientes salvados del convoy y un par de páginas, poco más hay del concepto tradicional de "comic histórico" al que nos tiene acostumbrados el tebeo francófono. Historia redonda, autoconclusiva, de personas, prejuicios y malentendidos amorosos más que de guerras u holocaustos, merece un lugar en nuestras estanterías.     


La cartera del cretino

Presentación tremendamente cuidada,
traductor de lujo... e incluye e-book
KURT VONNEGUT:  LA CARTERA DEL CRETINO. ISBN: 9788415996033. MALPASO EDICIONES, Barcelona 2015. 144 págs. Encuadernación: Tapa dura, lomo de colores. Incluye e-book. 18,5 €


Si las novelas de Vonnegut no son para cobardes, sus relatos son aún menos recomendables para pusilánimes y comeflores. Tampoco es que haga falta ser un míster Atlas del pensamiento filosófico, un apóstol del pesimismo tipo Max Weber, pero lo cierto es que ayuda. Es lo que tiene ser uno de los escritores más corrosivos, inquietos y con más mala baba del siglo XX, que además combina con un sentido del humor sutil y despiadado. 

Ambrose Bierce, a su lado, es un optimista compulsivo, una Pollyanna decimonónica. Lo terrible de Vonnegut, además, es su capacidad para el disimulo y el aparente buenrrollito. Es capaz de contarte el genocidio armenio con una sonrisa, la extinción de la humanidad como una sucesión de chistes, el bombardeo de Dresde como una novelilla de ciencia ficción de a duro. Lo siento por Updike, por Carver, por Roth, por Theroux. Vonnegut es el puto amo de la literatura anglosajona del siglo XX. Da igual que se dejara bigote.

Y lo cierto es que a mí el Vonnegut que me gusta es el de las novelas; sigo recordando el mazazo que me supuso leer “la pianola” o “madre noche” de ese saldo de Bruguera, pues de saldo he comprado la mayoría de sus libros, muchos de ellos hoy inencontrables y sin reeditar en castellano. Pero he de confesar que el Vonnegut hoy más popular, el de frases y aforismos, tan fáciles de difundir por el internete este, nunca me había llamado la atención. Prefiero cualquiera de sus novelas a sus Guampeteros, fomas y granfalunes. Por eso, aunque compré este librito cuando salió, no lo leí de inmediato, pues el texto de la solapa permite deducir que no es más que un batiburrillo de los últimos escritos del genio de Annápolis, una serie de relatos que aún no se habían reunido en forma de libro. Obras menores. En suma, los típicos retales que se publican después de la muerte de un gran escritor, y que compramos los fanáticos aun sabiendo que son perfectamente prescindibles.

Y no es así. No he tenido ganas de mirar las circunstancias en las que ha sido reunido el material para este libro, porque no siempre quiero saber quiénes son los reyes magos. Casi todos los relatos de este volumen responden a la misma premisa: las apariencias engañan. Las moscas no siempre tienen razón, aun siendo millones, y a todos no tiene por qué gustarnos, por ejemplo, la mierda que exhalan nuestros televisores. Y eso que, ay, Vonnegut no llegó sufrir la era de los realities.

El cretino no lo es tanto, y emplea su cartera de valores de una forma que termina por despertar la admiración de su corredor de bolsa. El agente del FBI en realidad es un orgulloso autor teatral. París no arregla el amor perdido. Y Annápolis es el centro del mundo, si no del universo, con el permiso de Trafalmadore. También incluye un cuento inacabado y un ensayo que me suena haberlo leído ya en otro sitio. Pero en general se puede decir que trata de lo que trata toda la obra de Vonnegut: la increíble capacidad que tiene el ser humano para ser un estúpido, o para aparentarlo. Casi nunca ambas cosas a la vez.


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Los desertores de Stalin. Cómo los soldados del ejército rojo terminaron colaborando con Hitler

Edele, Mark: Stalin’s Defectors: How Red Army Soldiers became Hitler’s Collaborators, 1941-1945. Oxford University Press, Oxford, 2017. 254 páginas 70 € (más o menos). Versión digital, 49 €,

Bonus pack: https://iremember.ru/en/

Cuando en 1998 Beevor publicó su libro sobre Stalingrado, una de las novedades que presentaba ante sus lectores era el enorme número de exprisioneros del ejército rojo que colaboraban, e incluso combatían con el ejército alemán. Otra de las tesis sostenidas mayoritariamente por entonces, gracias a la apertura de los archivos soviéticos, era que el ejército de la Unión Soviética, después de las enormes pérdidas de 1941, debidas a motivos puramente militares, se había convertido en un ejército fuertemente concienciado políticamente, con una enorme proporción de miembros del partido y de sus juventudes, y que gracias a su entusiasmo socialista había alcanzado la victoria.

Ambas afirmaciones no es que fueran contradictorias, sino que habrían más interrogantes de los que cerraban. ¿Por qué tomaron los alemanes al comienzo de Barbarroja a tantísimos prisioneros? ¿No se suponía que el ejército rojo, después de las purgas, estaba formado sólo por fanáticos estalinistas? ¿Por qué el NKVD seguía siendo tan enorme? ¿Cuántos se rendían sin disparar un solo tiro? ¿Cuántos cruzaban las líneas, desertando sin más? ¿Cuántos, de ambos colectivos, colaboraron con las fuerzas armadas alemanas? ¿Por qué motivos? ¿Cuántos, incluso, cogieron las armas contra sus antiguos compatriotas? 

Las respuestas las proporciona en este librito Mark Edele, historiador alemán que desde la universidad de Australia Occidental lleva años desentrañando el alma soviética del siglo XX. El punto de partida lo pone en Ivan Kononov, un comandante de cosacos que se entregó con toda su unidad sin entrar en combate, y que tras varias peripecias colaborando con la Wehrmacht, y en la lucha antipartisana en Yugoslavia y norte de Italia, terminó en Australia, intentando hacerse útil ante el ejército australiano en la guerra fría.  

Fuera de quienes se dejen llevar por sus anteojeras ideológicas, las conclusiones de Edele son sólidas y están perfectamente justificadas. No es imposible, pero sí muy improbable que aparezcan nuevas fuentes documentales sobre esta cuestión, pues si bien los archivos soviéticos en la práctica están cerrados a los extranjeros, Edele ha consultado en este caso las copias de los expedientes de los interrogatorios de los travniki y otros colaboracionistas que compró en su día el Us Holocaust Memorial Museum.  Eso sí, no busquen un análisis cuantitativo exhaustivo, pues llevaría décadas. No están todos los expedientes que guardan los soviéticos, pero sí miles de ellos, cada uno de ellos de decenas o centenares de páginas, escritas muchas veces a mano. Aparte están los interrogatorios realizados por los alemanes, abundantes a partir de marzo de 1942. El gran agujero es Barbarroja, pero en 1941 a la Wehrmacht le importaba poco que los prisioneros se hubieran rendido o hubieran desertado voluntariamente, estaba demasiado ocupada intentando ganar una Blitzkrieg, y la URSS el no perderla. Aunque algún mandamás del Abwehr o de la GFP hubiera querido saber el número exacto de prisioneros tomados en los primeros meses, y sus motivaciones, le habría resultado tremendamente difícil, aun contando con recursos suficientes, saber las motivaciones de los ivanes, pues casi el 80% se rindieron en embolsamientos sin disparar un sólo tiro. En 1941, por cada soldado soviético muerto en combate, había tres o cuatro que preferían rendirse. No sabían qué trato les darían los alemanes, pero sí lo que dejaban en la retaguardia.

Las conclusiones de Edele señalan que, incluso al final de la guerra, una minoría significativa de los prisioneros del frente del este eran desertores, que cruzaban voluntariamente las líneas enemigas. Establece un mínimo del dos por ciento, que pueden parecer pocos, pero incluso ese mínimo dos por ciento supone centenares de miles de hombres que tomaron voluntariamente la decisión de cruzar las líneas enemigas para entregarse en manos de los invasores de la madre patria, con un considerable riesgo para sus vidas. Otro millón y medio desertaron hacia el interior de la URSS, y fueron detenidos por los servicios de seguridad soviéticos. Unos 212.000 tuvieron más suerte y consiguieron ocultarse entre la población civil, y no fueron encontrados. 

En comparación, en los ejércitos occidentales desertaban un 0,02 % de soldados, pero sólo hacia su segura retaguardia. En la práctica el Us Army sólo fusiló a un desgraciado por negarse a reincorporarse al frente, una historia bastante conmovedora que contó Maclean hace tiempo.

Como siempre, ver sólo los porcentajes puede resultar engañoso, pues cuando menos prisioneros se capturan, la proporción de los desertores aumenta, y sorprende comprobar, por ejemplo, que en la segunda mitad de 1944 nada menos que el diez por ciento de los prisioneros capturados por una Wehrmacht en retirada eran desertores.

Las tasas de rendición del ejército rojo lógicamente fueron disminuyendo, pero siempre fueron mayores que las del resto de contendientes. Consuelo para los sovietófilos: son semejantes a las de la primera guerra mundial. Hasta el mismo año de 1945 fue un problema importante, y la principal preocupación del NKVD. Pero igual que no todo el ejército soviético era un bloque motivado por el amor a la patria y al padrecito Stalin en la lucha contra el invasor fascista, los desertores no eran heroicos resistentes contra la barbarie comunista y los opresores nacionalistas rusos, sino que respondían a sus propios intereses. Como señaló un interrogador alemán en marzo 1942, si todo lo que contaban los desertores fuera cierto, hace tiempo que toda la URSS habría muerto de hambre y frío. Los desertores tendían a contar  lo que creían que querían oír los alemanes, a quienes poco interesaba el que les contasen su propia propaganda, y sólo buscaban información táctica útil. 

No me alargo más, por no caer en spoilers. En definitiva, con el permiso de Reese, un interesantísimo estudio, fundamental para entender el frente principal de la segunda guerra mundial, y el fenómeno de los hiwis, que ante todo buscaron sobrevivir entre los dos estados totalitarios más poderosos que haya conocido el planeta. No lo tuvieron fácil. Más que héroes o traidores, fueron seres humanos atrapados entre dos enormes organizaciones sobre las que no sintieron ninguna lealtad, pues a su vez nunca sintieron que les importase su vida. Eran carne de cañón para ambos lados del frente. Complementar esta lectura con el tocho reciente de Thomas Kühne, o con el estudio del mismo Edele de la sociedad estalinista es voluntario, pero casi obligatorio para quien escribe estas líneas. Seguiremos informando. 

Últimos ejemplares de la Saga marinera española de Luís Delgado a precio reducido

Salen a la venta a precio reducido más ejemplares de la editorial Noray de Una saga marinera española de Luís Delgado Bañón, en los sitios habituales, y sobre los seis eurillos:

5. LA FRAGATA PRINCESA: LAS ALTAS CALIFORNIAS

22. EL NAVÍO CONGRESO MEXICANO: MOTÍN A BORDO

23. LA FRAGATA LEALTAD: DEL MAR CARIBE AL CANTÁBRICO

24. EL VAPOR DE RUEDAS ISABEL II

25. EL VAPOR DE GUERRA BLASCO DE GARAY.

26. EL VAPOR REINA DE CASTILLA

Ya a vapor y todo... qué cosas. 

Cierra Libros San Martin

Pues eso, el 7 de agosto cierra la web que venía vendiendo lo que quedaba de la Editorial San Martín. Hasta esa fecha ofrecen todo lo que queda al 50 %.

Sigue habiendo títulos válidos, sobre todo de la segunda guerra mundial y de la guerra civil. Los de la guerra de la independencia de Priego ya están agotados, así como muchos títulos de la mítica Historia del siglo de la violencia; pero es una oportunidad de completar alguna colección, o de hacerse por poco dinero con clásicos firmados por Keegan, Werth, Whitting... incluso títulos "modernos" sobre las Malvinas o Kuwait.


La caída de Francia y la Blitzcosa, de Lloyd Clark

LLOYD CLARK: BLITZKRIEG. Mito y realidad en la guerra relámpago de Hitler: Francia, 1940. Editorial Pasado & Presente Barcelona 2017. (Atlantic Monthly Press, Nueva York 2016) Traducción de Gonzalo García. 474 pgs. Cartoné y sobrecubierta, 39 €

Doctrina,  doctrina, doctrina. El autor es uno de esos apasionados por la doctrina. Si alguien no lo ha pensado antes, no lo ha puesto por escrito y no ha desarrollado unos manuales y procedimientos,  los militares no saben que existe. Es casi justo lo contrario de Frieser, el gran desmitificador de la Blitzkrieg, allá por 1995. Se agradece en todo caso la introducción teórica, no exhaustiva pero sí significativa. Pero mantiene una de las omisiones más fragrantes de Frieser: Polonia. Que sí, que lo de invadir Austria aun sin pegar un sólo tiro fue muy importante a la hora de desplazar tantísimos vehiculos tantísima distancia, pese a que eran recibidos con flores y banderitas. Y ocupar los Sudetes y después Chequia también. Pero como siempre Polonia se despacha con dos líneas. Ese mes combatiendo contra un enemigo real parece que fue menos importante para el desarrollo de la Blitzcosa que las excursiones pacíficas a Viena y Praga.

Por lo demás, estamos ante una excelente y actualizada obra sobre la Blitzkrieg, digamos al estilo Beevor, que combina movimientos militares con testimonios de gente corriente que vivieron en la época. Claro que hay una diferencia inmensa con, por ejemplo, Cornelius Ryan, que pudo hablar con la mayoría de los protagonistas de sus libros, mientras ahora debemos conformarnos con el testimonio de los poquísimos que, simplemente, aún estaban vivos cuando los interrogó el autor, fundamentalmente por haber sido entonces muy jovencitos.

Se agradece la exposición bastante detallada de la doctrina francesa, y no sólo la descripción de las poderosas fuerzas alemanas. Digamos que cada país se preparó para una guerra distinta, pero una vez comenzados los tiros el ser metódico (y lento) no sirve de mucho cuando no sabes dónde está tu oponente, o lo rápido que se mueve. Aunque en las batallas de junio y en los fuertes de la Maginot los franceses demostraron que sabían combatir, era ya demasiado tarde como para conseguir algo más que retrasar algo la derrota.

Siendo el autor inglés, hay una constante voluntad exculpatoria de las responsabilidades de su nación en la derrota. Ah, y sus soldados son los únicos sobre los que cometen crímenes de guerra los despiadados Waffen-SS, sin que mencione para nada otros sucesos, ya que las víctimas no eran inglesas.

Que por supuesto, la derrota es fundamentalmente francesa, y que sí, que Francia y el Reino Unido eran muy débiles en 1937 y 1938... pero ¿y si lo comparamos con la Wehrmacht de entonces, que por ejemplo aún no tenía nada más potente en tierra que treinta Pzkpfw III? Tampoco dedica demasiado a la cuestión de la neutralidad belga, que por un lado motivó que aumentasen su gasto en defensa, pero por otro propició la pasividad aliada, pues no había más remedio entonces que esperar a la agresión alemana para operar en su territorio. ¿Una actitud más decidida del Reino Unido podía haber cambiado las cosas? Chi lo sa. 

En la descripción de las acciones bélicas sigue una buena mezcla de fuentes 'antiguas' (Lidell Hart, Churchill, Colville a fin de cuentas son primarias, pero no Horne o Williams),  con 'nuevas' como Doughty, Frieser, Citino, Robert Kershaw... Cielos, parece que ha sido Ediciones Salamina (antes Platea) quien ha patrocinado la realización de este libro, pues una buena cantidad de sus referencias las han traducido ellos...

El tratamiento de la famosa orden de detener a las divisiones blindadas ante Dunkerque, y dejar la labor únicamente en manos de la Luftwaffe es de lo más novedoso de esta obra, y permitan que no se lo destripe aquí. Digamos que no se trata sólo de quién firmó la orden, sino las discusiones y los motivos para hacerlo.

Las conclusiones son jugosas, aun sin ser revolucionarias. Los mandos franceses no eran irresponsables, incompetentes o necios; sobre todo, eran los elegidos por los políticos para el mando. Los alemanes ganaron más por cómo usaron los medios que tenían, que no por la calidad de los mismos. Aunque Clark no lo mencione, las tropas aliadas contaban con más medios de transporte y de combate motorizados y sobre orugas que no los alemanes, aparte del tópico de siempre de comparar cañones y corazas. Lo que sí resalta es la importancia de la logística alemana, que permitió que no se frenara el avance por falta de combustible o munición. Más que recordar la calidad y ventaja numérica de la Luftwaffe, Clark resalta sobre todo su impacto psicológico, mayor que el efectivo. Hacían más daños las trompetas de Jericó que no las bombas.
  
Vamos, que no está mal, pero no es un Bergström  (o un Frieser). Es más bien pues eso, un 'Beevor', también mucho más legible para quienes les aburren tanto movimiento de tropas. Pero claro, Bergström no cometería errores como escribir que la división de caballería alemana (sólo había una) estaba motorizada, o que la mitad de los carros de Rommel eran checos, y la otra mitad Pz III y IV.

La traducción y edición, excelentes, por fin una traducción sin "señaleros" mandando mensajes, o "pioneros" colocando puentes. En las notas se indican las ediciones que ha empleado el autor, pero en la biografía se han localizado los títulos traducidos al español, un trabajo que siempre es de agradecer, más aún cuando ninguno pertenece a esta editorial. 

Este trabajo, por supuesto, tiene un precio. 478 páginas (incluyendo las de cortesía), por 39 euros. El Barbarroja de Bergström de la misma editorial, publicado el año pasado, también salió a 39 euros, aunque tiene 100 páginas más, 592. El de las Ardenas, de 800 páginas, en 2015... sí, también salió a 39 euros... Ahora está disponible en tapa blanda. Menos mal.

Aquí comprobando fuentes. Curioso, los diarios de Colville ¡están traducidos! No dejará de asombrarme la devoción churchilliana de los editores españoles. 


Y finalmente, algo, que no mucho

Puede que no hayan aparecido en las mesas hasta que otros títulos les han dejado sitio, puede que esta vez llevara limpias las lentillas, el caso es que, finalmente, he conseguido ver los títulos anunciados por Rorrete en un comentario de la entrada anterior. No todos, pero sí algunos, además de otro título interesante.

Al margen de las bromas sobre las rebajas, siempre he considerado este tipo de ofertas como la oportunidad de descubrir nuevos autores, lecturas, y hasta géneros. Nunca me habría animado a leer novela negra sin los saldos. Y qué decir de los autores que he descubierto. Philip Roth, Iain Banks, Terry Pratchett, Phillip José Farmer, Kurt Vonnegut, o ya dentro de esto Zaloga, gracias a los saldos de esa primera adaptación horrorosa de Ediciones del Prado de los títulos de Osprey.

Evidentemente cada sitio tiene su ritmo, pero bueno, quienes no vivan cerca de esos centros del consumismo desatado o de humildes mercadillos, que alguno queda, los tienen a la venta a 5,95 € en la web de librerías on-line como casadelibro. Por ejemplo, Secretos del tercer Reich, de Guido Knopp, que no he visto físicamente, está en la web. En cambio, la biografía de Ana Frank de Melissa Müller ni la he visto, ni está en tienda virtual conocida.

En la foto puede verse a la venta La gran guerra de nuestro tiempo de Michael Morell, y Operación impensable de Jonathan Walker, ambos de Crítica. y también las Pequeñas grandes historias de la segunda guerra mundial, de Jesús Hernández. Es una buena oportunidad para llevarse a casa uno de los mejores libros de Hernández, aunque aviso que no es para una lectura lineal, como por ejemplo Los magos de Hitler, sino más bien una pequeña enciclopedia, muy condensada, de pequeñas grandes historias, muchas trágicas, otras más bien cómicas, que se pueden leer en cualquier orden, y que también sirve como repositorio de un buen montón de datos. Ideal para armar un Trivial Pursuit de la segunda guerra mundial, ampliando algo el que ya figura al final del libro. No son sólo anécdotas curiosas, sino también detalles importantes de aspectos de la guerra que no suelen tratarse, como el frente interno, la economía de guerra, o acontecimientos olvidados, pese al enorme número de muertes implicadas, como la hambruna en Bengala, que hace palidecer incluso las matanzas de los bombardeos sobre Europa, o en el frente oriental.

El libro sobre Isis/Daesh/comoquieranllamarloahora me temo que ya tiene fecha de caducidad, aunque quién sabe. La Operación impensable, las precauciones ante una posible continuación de la guerra ya sin Alemania entre la URSS y los occidentales, supongo que será de interés para estudiosos de la guerra fría, pero menos de la SGM. Pero bueno, no es  muy gordo.

Y eso es todo, de momento.

De momento, nada o poco. El futuro está en las re-rebajas

Entre tanto libro de presentador televisivo, siempre hay sitio para una portada con esvásticas...


Como todos los años por estas fechas, los editores limpian sus almacenes de libros que ya consideran invendibles al precio al que salieron, y que de esta forma tienen una segunda oportunidad en nuestras estanterías. Algunos hacen esta limpia muy de cuando en cuando, otros apenas a los dos años.

Este año, como tantos otros, los protagonistas de estas rebajas son Best-Sellers fallidos, novelas románticas, de esas que veremos pudorosamente forradas con papel en playas y piscinas, y libros de famosos que ya no lo son tanto.

Y como siempre, nada de historia, o de libros de largo recorrido. Pero también como otros años, seguramente ese tipo de saldos tardará algo más en aparecer.

Mientras tanto, tenemos ante nosotros un nuevo concepto: las re-rebajas. Quedan saldos de otros años que hay que quitarse ya de encima a cualquier precio, para dejar sitio a los nuevos. Así que, como muestra la foto, puede completarse alguna colección por tres euros. Y a seguir esperando.



De nuevo, ofertas y saldos

Sí, ya sé que había prometido no volver a aparecer por esos antros de vicio y perdición que son los almacenes, puestos de saldo y libros de lance.  Donde coquetos ejemplares susurran a los incautos desde las estanterías, con la brisa agitando los delicados carteles que anuncian el descuento por volumen. Covachas inmundas que disimulan su condición mercenaria bajo afeites y barnices, cual meretrices pasadas de años y kilos. Dan la apariencia de cultura, cuando son vulgares sacacuartos, que sin piedad ni decencia...



Que sí, que me gustan más las ofertas que el puré de patatas con mayonesa. Qué le vamos a hacer.



A destacar que de nuevo aparece una obra maestra de los estudios sobre el III Reich. La toma del poder por los nazis, de William Sheridan Allen. Por si no les convence mi opinión, aquí tienen una detallada reseña de su contenido.

Y todo esto antes de las oficiales rebajas de verano. Seguiremos informando...

El invierno no es tu camarada


Xose M. Nuñez Seixas: Camarada invierno. Experiencia y memoria de la división azul. (1941-1945). Editorial Crítica, Barcelona 2017,  576 págs.
ISBN: 9788416771943
Nunca me han gustado los linchamientos, los vetos, o las invitaciones al boicot. Por eso he leído este libro. Y antes de que nadie comente nada, también leí en su momento a Pío Moa, cuando sólo había publicado en Encuentro.

Dudo que ninguna otra unidad de este tamaño haya recibido tantísimos estudios, o haya protagonizado tantas obras de ficción. (excepcional la de Prada, por cierto). Y aún así, queda algo que contar. No, no se trata de escribir otra monografía sobre sus capellanes, su servicio de farmacia o postal, sino de observar a la unidad desde la perspectiva historiográfica del siglo XXI, Vamos, lo que se llama "nueva historia militar", una combinación de la cultural, social y de género, nada menos. En qué se diferencia de lo que los antiguos llamábamos "de las mentalidades" lo dejamos para otro día (el gran acento, ahora,  es en la de género). Pero bueno, será que antes estaba de moda lo francés, y ahora prima lo anglosajón barra germánico.

Quien desee una descripción simplemente de hechos y batallas, es mejor que se lea los libros de Xavier Moreno Juliá, a mi modo de ver los mejores, aunque ojo, no es que menosprecie el resto, simplemente son los que he leído y me han parecido buenos. El de Kleinfeld y Tambs, la verdad, es muy guerra fría. Y tampoco soy un experto en este tema, que es ancho y proceloso.

Y pese a que al comienzo el autor expulsa a los amantes del coleccionismo militar, de las descripciones de movimientos de tropas, material bélico, batallas y escaramuzas , de los recuentos de medallas... (loc. 206-207, edición digital) , lo cierto es que se preocupa de situar todos los hechos y realiza un resumen exhaustivo del contexto, desde los primeros grupos fascistas en España hasta la difusión de la literatura rusa, desde la planificación de Barbarroja hasta el asedio de Leningrado, todo en realidad bastante más amplio que en los libros que sólo se dedican a exponer los hechos de armas de la división. La verdad es que puede llegar a parecer excesivo, pero sí es importante respecto a otras obras tan tremendamente centradas en la unidad, que parece que existía en el vacío. 

Respecto a fuentes bibliográficas, autores alemanes y todo eso dejo el asunto a otros que saben muchísimo más del tema que yo. El meollo, la parte más interesante, estriba en desarrollar las miradas que los divisionarios tenían sobre lo que vivían, dentro de su marco educativo, ideológico y cultural, y de cómo los veían los demás, alemanes y soviéticos (estonios, letones, lituanos, bielorrusos...) sobre todo, aunque no exclusivamente (polacos, belgas...). Este punto es sobre el que se ha montado una tremenda polémica, sobre todo entre quienes no se han leído el libro, ni se lo piensan leer. 

Y no es para tanto. No me parece que Xeisas "mate al padre" con lo que muestra en el magnífico último capítulo. Quizás es que este reseñador ya está curado de espantos desmitificadores. Hace tiempo que se le cayeron las charreteras al barro, y (cree) no confundir mito y realidad. Más allá de las frases grandilocuentes, la 250 división de voluntarios españoles ni estaba formada exclusivamente por pícaros y sucios guripas, prestos al combate suicida, ni por hidalgos recién pintados por Velázquez con una oración en los labios y un chuzo en la mano. Y ahí radica su grandeza. 



los indios caníbales de Texas


comanches
cheyenes
S. C. Gwynne: El imperio de la luna de agosto. (Empire of the Summer Moon. traducción de Víctor V. Úbeda). Ed. Turner, Madrid 2011. 488 pgs. 
John H. Moore: Los cheyenes (The Cheyenne) Ed. Ariel, Barcelona 2004. 344 páginas.
No sé hasta que punto el guionista  y director de Bone Tomahawk  (2015) se ha inspirado mucho, o poco, en los recientes estudios de las culturas nativas norteamericanas a la hora de perpetrar su película, un cruce de Centauros del Desierto (1956) con Las colinas tienen ojos (1977), y muy inferior, si me permiten la opinión, a otros westerns que ahora están revitalizando el género de una forma que no sucedía desde Sin perdón (1992), como  Deuda de honor (2014),  Young Ones (2014) o Lejos de los hombres (2014). Y eso que yo soy más de espagueti western, de sesión doble en el cine del colegio.
Esta disgresión cinematográfica viene marcada por la lectura de dos libros sobre los indios de las Grandes Llanuras: Los cheyenes de John H. Moore,  El imperio de la luna de agosto, del muy texano S. C. Gwynne.
El libro de Moore es el típico de un antropólogo, aun en clave divulgativa. La tribu a la que dedica sus estudios, los cheyenes, es la mejor, la más guerrera, la más inteligente y la más encantadora de entre todas las existentes. Además, se ocupa ante todo de su posición actual, cómo es posible que los conocimientos de sus tradiciones e historia, y la vivencia de varias de sus ceremonias, le valgan al autor una buena reputación, posición económica y prestigio social, mientras que para los auténticos cheyenes, que en realidad viven y saben del tema bastante más que ningún académico, sólo sirven como fuentes de marginación, desprecio e incomprensión por parte de sus vecinos.
Afortunadamente Moore intenta ver la parte amable del asunto, y describe de forma amena y muchas veces cómica cómo es la vivencia de una comunidad cheyene día a día, explicando de paso algunos equívocos que tienen con los blancos. Por ejemplo, lo tontos que son sus hijos, que llegan a la escuela sin saber siquiera cómo se llaman, pues sólo han usado hasta entonces su nombre indio. Sus conflictos en los hospitales, con toda la familia intentando vivir en la habitación del enfermo. Su concepto de jefatura, que no es precisamente el ir todo el día con un penacho de plumas. Su generosidad social, sus problemas de convivencia y rivalidad actuales con otras tribus, su lucha contra la burocracia, o el miedo que causan entre los payos, digo, los anglos, pues culturalmente han mantenido una serie de valores que los blanquitos han olvidado o simplemente ignoran completamente. Y eso que son vecinos que llevan viviendo juntos varias generaciones. También da informaciones históricas sobre su pasado, con alguna revelación que nos sorprende a los profanos, como que  conocían perfectamente la agricultura antes de que llegara el hombre blanco. De hecho, la conocían casi todas las tribus de la pradera, ya que estaban en pleno proceso de sedentarización cuando la llegada de los caballos cambió completamente su modo de vida, haciendo que la caza del búfalo y el nomadismo se volvieran mucho más rentables. Aunque no hay ninguna narración cronológica al uso, sí se explica el tema de las sociedades o asociaciones de guerreros, aún vivas, como la famosa (por Civilization IV) de los guerreros-perro, o las ceremonias de princesas indias, completamente modernas.
El imperio de la luna de agosto muestra la historia del imperio comanche, desde la perspectiva de sus contactos con los anglosajones que han venido poblando el territorio de Texas desde su independencia hasta ahora, con especial incidencia en la familia Parker,  que inspirara esa obra maestra del cine mitológico que es Centauros del desierto. También describe la vida de uno de sus últimos grandes jefes, Quana Parker, que hizo lo que pudo por reconciliar ambas culturas. Aunque comanche de corazón, siempre quiso mantener el apellido de su madre, Parker, pues sabía que le sería útil en el mundo de los blancos, y que no le perjudicaba desde el punto de vista comanche.
¿Merece la pena desgranar más su contenido? Creo que no. La mejor forma de disfrutar  este tipo de libros que desmitifican la leyenda creada por el cine, es seguir el ritmo que marca el autor, y no los detalles que pueda adelantarles en esta reseña. Digamos simplemente que el personaje de Wayne es más bien… de otra forma. También revela la existencia de una tribu, los tonkawas, que sigue existiendo, y que por entonces experimentaba con el canibalismo ritual, intentando adquirir la fuerza de sus enemigos comiéndose partes de sus cadáveres. Lo que transforma la experiencia de ver Bone Tomahawk como algo más que un experimento de Serie B. La historia y Hollywood, que tiene estas sorpresas.